lunes, 29 de agosto de 2011

Cuestionando el feminismo: su esclavitud y su alienación femenina

El feminismo es una ideología y, como consecuencia, un movimiento cultural que tiene como finalidad la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Es igualar el sexo femenino al masculino, es nivelar los roles de género, es equilibrar el estatus social y económico de hombres y mujeres. Es, en definitiva, buscar la igualdad. Esta es la teoría propagandística que gobiernos de occidente se han empeñado en hacernos creer y defender a las mujeres con uñas y dientes hasta el puro convencimiento más vehemente. De hecho, aquellas mujeres (entre las que yo me incluyo) que no se autoproclaman feministas son tachadas por su propio grupo sexual de retrógradas y, por qué no decirlo, machistas. 

Los gobiernos occidentales o capitalistas han sido los pregoneros de este ideal que nada tiene de igualitario y que además genera una fuerte presión de conversión entre las propias mujeres. Ellos han sido los que, para seguir llenando sus grandes barrigas rosadas, han hecho creer a la mujer una serie de ideas cuyo único fin era lograr que también ellas participasen en un mercado laboral esclavista y capitalista. Ha sido una trampa en la que hemos caído como moscas. 


Es una doctrina que resalta la figura femenina, no la igualdad entre sexos


El feminismo nació, y ha continuado de tal manera, como significado de la igualdad entre hombres y mujeres, es decir, como símbolo de equidad entre ambos sexos. Pero si nos fijamos bien, cualquiera cuyo fin fuera la búsqueda de la igualdad hubiese creado un vocablo en el que se incluyese de facto la misma palabra, por ejemplo, igualitarismo, paritarismo o ecuanimismo. Sin embargo, nos encontramos de buenas a primeras con un vocablo que claramente se posiciona absolutamente con la feminidad, con la mujer. A partir de este momento, el feminismo pierde toda su esencia equitativa.

El sufijo -ismo es un sufijo formativo de sustantivos abstractos que denota algún tipo de doctrina, tendencia, teoría o sistema. Quiere decir, que si al vocablo femenino, que significa "de la mujer o característico de ella" le añadimos el sufijo -ismo, tenemos un significado objetivo del feminismo: doctrina, tendencia, teoría o sistema de la mujer o característico de ella. Aquí se descubre el verdadero significado del feminismo: la doctrina de la mujer. Esto es equivalente al machismo pero a la inversa, si el machismo es la doctrina del hombre o macho, donde prevalece el hombre por encima de todo, el feminismo es la doctrina de la mujer donde prevalece esta misma por encima de todo. Por tanto, el uso del feminismo como vocablo para designar una corriente igualitaria no es correcto. Llamemos a las cosas por su nombre. Si el machismo es discriminación a la mujer, el feminismo es discriminación al hombre por mucho que quieran adornarlo. Feminismo es igual a hembrismo (doctrina de lo femenino, de la hembra, de la mujer) y machismo es igual a masculinismo (doctrina del macho, de lo masculino, del hombre). Si realmente buscamos la igualdad, el igualitarismo sería el vocablo idóneo pues implicaría la doctrina, tendencia, teoría o el sistema de la igualdad.

Falso sentimiento de independencia y de libertad

El feminismo es un movimiento que desde su inicios ha ido cobrando muchísima fuerza en el mundo occidental. Una fuerza peligrosa. Un gran número de mujeres se considera feminista y por ende rechaza con fervor uno de los sentimientos más animales y biológicos que tenemos el ser humano: el cuidado de la descendencia. Las mujeres, por ser físicamente más débiles que los hombres pero más fuertes emocionalmente, al habernos dedicado a este sentimiento animal durante milenios, hemos sentido la curiosidad y necesidad de experimentar fuera lo que no encontrábamos en casa. La necesidad de relacionarnos más allá de nuestra familia nos ha hecho sentir deseos de explorar y vivir otra serie de situaciones que dentro del hogar no podíamos vivir y que sólo lo experimentaban los hombres porque era lo socialmente pactado. Es lógico. Si una persona lleva toda la vida trabajando en un mismo puesto de trabajo desea poder saber qué se siente en otro diferente. Pero en vez de concienciar a los hombres de su faceta sensible y animal del cuidado de su prole (pareja e hijos), ha sido a la mujer a quien han decidido concienciar para igualar al hombre. En vez de naturalizar al hombre, han mercantilizado a la mujer. Nos han hecho un lavado de cerebro en el que se nos convence de ser menos mujeres, menos libres y menos independientes por trabajar dentro del hogar. A esto lo llaman esclavitud de la mujer, pero lo que las mujeres no son conscientes es que ahora más que nunca están esclavizadas: trabajan fuera y dentro de casa porque el hombre sigue mercantilizado y no se molestarán en naturalizarlo nunca.

Que no nos engañen: a lo que muy inteligentemente han denominado los gobiernos capitalistas de independencia de la mujer y libertad no es más que curiosidad y deseos de cambio. Pero han conseguido vendernos la moto y convencernos de que se es más libre y más independiente siendo parte del mercado, siendo una herramienta mercantil, que llevando a cabo una práctica ancestral, humana y animal que ha permitido que nosotros estemos aquí: el cuidado, la crianza y la protección de nuestra propia especie, de nuestros iguales, de nuestra familia, de nuestros hijos, de los nuestros. Una mujer que quiera formarse para ser médico, por ejemplo, no es más independiente y libre que una mujer que quiera trabajar dentro de casa cuidando de los suyos. Un hombre o mujer que desee ser padre o madre y quedarse en casa para dedicarse a la educación de sus retoños, no es menos libre ni independiente que un hombre o mujer que desee trabajar fuera de casa y quedarse en la oficina cuidando de su jefe. Son caminos diferentes, igual de respetables si se eligen con libertad y respeto por uno mismo.

Robo del apego y de la protección de nuestros hijos

Que además del hombre la mujer se haya incorporado al mercado laboral ha sido motivo de celebración para estos gobiernos puesto que han logrado lo que pretendían: tener más herramientas mercantiles, y encima un sector (el femenino) agradecido por ello. Además de lograr incorporar a la mujer al trabajo fuera de casa están logrando la manipulación de los niños a través de grandes superficies híbridas donde se imparten las ideas imperialistas y mercantilistas de los panfletos que el gobierno de turno impone: los colegios y escuelas. Estos emplazamientos son fábricas de alienación en las que no se enseña a pensar, sino que se enseña a mecanizar y memorizar contenidos. Se intenta convertir a unos seres humanos en desarrollo en máquinas repetitivas, mecánicas y memorizadoras sin ni siquiera tener la menor idea de lo que dicen. Como defiende Punset, la escuela es una fábrica en la que miles de niños, miles de seres de nuestra propia especie, aprenden a ser herramientas de producción industrial suprimiendo radicalmente todo atisbo de creatividad, el proceso de imaginación y capacidad crítica.

Siendo generosos, un niño pasa una media de 16 horas diarias de 24 fuera de todo contacto parental (ocho horas de sueño más ocho horas en la escuela suman dieciséis horas). Esto, además de una aberración afectiva, es completamente antinatura. El ser humano desde el mismo instante que nace es el animal más dependiente, el más necesitado, de los adultos para sobrevivir tanto física como emocionalmente. No basta con darle comida, abrigo y techo. Somos animales, también nos nutrimos de afecto, emociones y sentimientos. Un niño necesita de sus padres, la atención constante, el amor constante y la protección constante. Al mercantilizar a la mujer e "igualar" su rol al del hombre, los niños se distancian de sus progenitores y se enfrían las relaciones paterno-filiales. Pero como ninguno puede atenderles porque trabajan fuera del hogar, la educación y la crianza de los hijos pasan a otras manos por ley. Así pues no queda otro remedio más que la escolarización, la institucionalización de la infancia. De esta forma, y desde muy temprana edad, los niños quedan desprotegidos a merced de centros despersonalizados en los cuales un niño es "otro más". Les conducimos a las fábricas de alienación y perdemos un poco cada día de afecto y apego parental. Es más, incluso con padres trabajando dentro de casa no se permite el home-schooling, la educación en casa. ¿Por qué? Porque a los estados capitalistas les conviene seguir teniendo en sus fábricas anestesiantes y coercitivas a nuestros pequeños, para poder criarlos y enseñarles todo lo necesario para llegar a convertirles en su día en herramientas del sistema. Nos venden el papel de la escuela como elemento socializador donde nuestros hijos pueden socializarse con otros de su edad. Mentira. Un niño que en casa hace home-schooling también se socializa: con sus padres y con niños de su edad.

Es más, hay adultos, mujeres porque tratamos el tema del feminismo, que están tan mercantilizadas que muchas se adaptan a convivir tan poco tiempo con sus hijos que cuando llegan a convivir durante periodos más o menos largos, es decir, cuando ponen en marcha su rol de madres, se sienten tan poco identificadas con su esencia animal maternal que están deseando librarse de ellos y buscan soluciones para alejarse todavía más de sus hijos. Les envían a campamentos de verano, les apuntan a extraescolares o simplemente anhelan que el horario escolar sea más largo. Están hasta tal punto de mercantilizadas, alejadas de toda conexión natural, que se pierden, no saben manejarse cuando despierta su lado ancestral materno. Y no saben qué hacer, no saben ser madres, no pueden cumplir su rol. Los gobiernos se están frotando las manos. Afortunadamente, entre padres e hijos existe tal intensidad de afecto que la mercantilización de los adultos no llega a mermar el afecto ni el sentimiento animal de apego, pero es necesario replantearnos nuestra identidad humana y animal que tan rápido estamos perdiendo. Porque recordemos que no somos objetos, somos animales.

Disminución de la población mundial

Las mujeres feministas se han alejado, al igual que los hombres, de su esencia animal. Hay muchas que por cuestiones feministas deciden no tener descendencia porque no quieren estar atadas ni ser esclavas de sus hogares cuando, por el contrario, no les importa tanto serlo de los mercados. Así deciden no tener hijos y por tanto, la población desciende. De hecho, por la esclavitud del sistema mercantil, la natalidad está descendiendo notablemente (los contratos precarios, los bajos sueldos, la subida de precios, el horario laboral, el mercado inmobiliario, la inflexibilidad de los bancos, las hipotecas, las ridículas bajas paternales, etc.) y para los capitalistas y las élites mundiales es cumplir con uno de sus objetivos más fundamentales: disminuir la población mundial para que sus herramientas bípedas puedan dedicarse exclusivamente a la producción capitalista y engrosar sus bolsillos. Han logrado en algunas mujeres suprimir esa parte biológica ancestral de reproducirse para evitar la esclavitud familiar. Cuando, en realidad, la esclavitud está en la producción mercantil y capitalista.

Puritanismo femenino y censura sexual de la mujer

Las mujeres nos creemos que estamos alcanzando ya los niveles de igualdad, de una igualdad perversa, pero nada más lejos de la realidad. La mujeres seguimos cobrando menos que los hombres y seguimos trabajando dentro de casa cuando venimos de nuestros puestos de trabajo fuera de ella. Pero además, el feminismo ha llevado a la presión social de las mujeres tanto en manos de hombres como de las propias mujeres. La propaganda feminista ha llevado a las mujeres a comportarse prácticamente igual que los hombres desnaturalizados pero sin sus correspondientes ventajas. Y una de ellas es la desinhibición sexual de la mujer.

Una mujer liberada sexualmente no está bien vista por la propia mujer por mucho que nos queramos convencer de lo contrario. Las feministas son las que más presión realizan contra el sexo liberado femenino atacando así anuncios, propaganda publicitaria o trabajos en los que la mujer descubra sus encantos biológicos femeninos. En seguida se critica el escote porque una mujer no es una mercancía sexual, en seguida se critica a la mujer que se acuesta con muchos hombres porque no tiene que recurrir al sexo para lograr su satisfacción, en seguida se critica a la mujer por vestir de una manera más exhuberante porque una mujer vale más que un físico.

Esto es un flaco favor que las propias mujeres hacemos a nuestras congénitas porque somos las primeras en censurar nuestra libertad para vivir nuestra sexualidad como nos plazca. Nos enseñan a estar reprimidas, a no mostrar nuestros rasgos femeninos, a no comportarnos acorde a nuestra naturaleza animal sexual. Una correcta apariencia feminista es la mujer masculina: sin escote, con pantalones o faldas largas y sin tacones altos que realcen nuestras formas sexuales (echad un vistazo a los anuncios publicitarios y observad el look de las mujeres). Y un correcto comportamiento femenino es no dar rienda suelta a nuestra pasión sexual, es decir, no acostarnos con más de determinada cantidad de hombres o no acostarnos por dinero en caso de prostitución (ojo, diferente a la esclavitud sexual). ¿Por qué una mujer prostituta está peor vista que un gigoló? ¿Por qué un boys, en donde mujeres pagan para gritar a hombres esculturales que se desnuden e incluso para tocar sus cuerpos, es divertido mientras que un show girls, donde los hombres pagan por mirar a chicas desnudarse, es perversión? Atacamos a la mujer por hacer el mismo trabajo que hace un hombre siempre que esté asociado al sexo. Es exactamente lo mismo, es igualdad de condiciones pero no, el feminismo es el primer encargado de degradar y reprimir a la mujer sexualmente liberada en manos de las propias mujeres.

Al hombre no se le naturaliza, es decir, al hombre no se le educa en esos sentimientos humanos de amor, afecto y sensibilidad que parece que sólo forman parte de la esencia femenina. Cuántas veces habremos oído llamar nenaza a un hombre que muestra su lado más sensible o que llora ante algo que le afecta. No nos equivoquemos. El feminismo fue creado para mercantilizar a la mujer y tener más mano de obra para los gobiernos capitalistas de occidente, y encima, agradecidas por ello. Por eso, desde aquí, abogamos por un movimiento de igualdad y equidad real en el que tanto hombre o mujer tengan la libertad y la independencia real de elegir su camino vital: a qué van a dedicar su esfuerzo y su empeño a lo largo de su vida. Personas que deseen trabajar tanto dentro como fuera de sus hogares pero sin perder esa esencia animal que es la que nos hace humanos. No dejarnos mercantilizar porque no somos mercancías ni herramientas de gobiernos ni mercados, y seguir luchando por nuestra libertad de decisión y la igualdad real entre las personas.

11 comentarios:

  1. Sencillamente notable, no hay un sólo punto que te hayas dejado en el tintero, concuerdo profundamente con tu planteamiento, y siempre es grato seguir sorprendiendote de este tipo de análisis de estas doctrinas sociales impuestas por un régimen imperial. Un abrazo fuerte Carmen y muchas gracias por deleitarnos con este artículo.

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  2. Ignacio! Que ilusión verte por aquí! Muchisimas gracias por tu comentario, siempre es grato recibir comentarios sinceros que compartan tu punto de vista. Un abrazo super fuerte para ti también y muchas gracias a ti por deleitarte!! Un abrazo compañero ;-)

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  3. Enhorabuena por el artículo, aportas una serie de reflexiones que muy poca gente se atrevería a exponer. Haces pensar con tus argumentos, y eso es de agradecer en los tiempos que corren.

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  4. Muchas gracias Isaac por entrar, hacer el esfuerzo de leer el post y exponer tu opinión sobre algo que parece ser tabú en las sociedades occidentales porque nadie se atreve a criticar. Muchas gracias por tus palabras. Espero de corazón tenerte de nuevo por aquí.
    Un fuerte saludo!

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  5. Me ha encantado tu artículo y es de las pocas veces que veo tratar este tema desde esta dimensión ya que yo siempre he pensado así, que realmente la llegada de la mujer al mundo laboral fue un engaño absoluto a la ciudadanía pero para adornarlo se lo tachó de feminista. Antes del advenimiento de la mujer al mundo laboral con un solo sueldo de podía alimentar una familia media de forma más o menos digna, pero las cosas fueron cambiando de la forma más rápida que ellos (los capitalistas) pudieron, de tan manera que hoy día es absolutamente imposible mantener una situación parecida, es
    absolutamente obligado que trabajen ambos integrantes de la pareja, siempre pensado en obtener unos ingresos que permitan vivir con dignidad y sin carencias; si alguno de los integrantes de la familia tiene la probable mala suerte (hoy día más que probable) de quedar en el paro la situación se vuelve angustiosa ya que no podrán hacer frente a muchos gastos de primera necesidad, entre los que se puede encontrar el pago de la hipoteca de su vivienda y entonces llegarán los rapiñeros de los banqueros para desahuciarlos y que queden en la calle.
    A veces comparo esta situación con la que ha venido ocurriendo lentamente en relación con el aumento de la productividad en el trabajo: Hoy día un trabajador, debido a la modernización de los medios de que dispone, puede, en la mayoría de los casos, realizar en una hora el mismo trabajo que hacía un trabajador de principios del siglo XX en una jornada completa; pensemos por ejemplo en la ayuda que suponen los sistemas informáticos, la mejora de los sistemas y medios de transporte o las herramientas electromecánicas o motorizadas de que se dispone en la construcción y en la fabricación. Bueno pues si hubiera habido ecuanimidad, habría supuesto que en lugar de trabajar ocho horas diarias trabajásemos solo una. Desde luego eso no ha ocurrido y todo ese aumento de la productividad ha ido a parar a los bolsillos de los empresarios capitalistas
    sin que las mejoras repercutieran en los trabajadores o lo hicieran de forma muy precaria o insignificante; este es un hecho de un gran paralelismo con lo que sucedió con la llegada de la mujer al mundo laboral, esto podría haber implicado mejoras del nivel de vida de las familias y hasta satisfacción en algunos casos por parte aquellas mujeres que decidía incorporarse; caro, siempre y cuando esa incorporación hubiera sido totalmente libre, cosa que hoy día no es. En un principio los sueldos femeninos, a igualdad del trabajo realizado, tuvieron gran diferencia con el de los varones, y si bien esa situación ha ido mejorándose en el sentido de igualarse, aún no se ha llegado a lo que sería deseable; esto es un síntoma machista de la sociedad, pero ese no es el problema fundamental, el verdadero problema es como han ido reduciéndose los sueldos de ambos hasta llegar a la situación actual. Los explotadores entendieron el gran potencial de mano de obra femenina a explotar y esclavizar y lo llevaron a cabo, ¡MENUDO ENGAÑO TAN TERRIBLE!, como el de la productividad.

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  6. Hola María Rosa!
    Siento mucho la tardanza en contestar pero acabo de ser consciente de tu comentario! No puedo estar más de acuerdo en lo que dices. No podría añadir nada más. Es gratificante que haya mujeres que opinen de la misma forma. Gracias a ti me siento un poco menos sola.
    Un abrazo compañera!

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  7. Sabia reflexión, muy acertadamente has sabido ver no sólo la manipulación, además del engaño y algunas de las consecuencias; en lo referente a lo de los hijos es algo tan evidente que algunas mujeres por el camino de la liberación femenina han perdido a su progenie, y cuando se han dado cuenta era demasiado tarde, pero no sólo vosotras habéis perdido, evidentemente, los que más lo ha hecho han sido esos hijos; como muy bien señalas los afectos, sentimientos y emociones no vividos en un periodo muy temprano se pierden de por vida; tengo grabado en la memoria cuando hacía junto a mi madre, abuela y hermana dulce de membrillo, la empatía que vivía junto a aquellas tres mujeres juntas me ha enseñado mucho emocionalmente, o cuando nos juntábamos a la matanza del cerdo, primos, primas, tíos y tías, abuelos, cada uno tenía su papel y todos disfrutábamos, era una fiesta! aunque he de decir que he perdido algo por el camino, y el por qué se debe en gran parte al feminismo; el hombre se ha sentido atacado de determinada manera, se nos ha tachado infinidad de veces de machista, inmaduros, acosadores, y varias cosas más; machistas por hacer un comentario tan simple como decir que la mujer conduce peor que el hombre; inmaduros por no querer comprometernos; acosadores por situaciones que protagonizadas por una mujer no lo son y por un hombre si. Acaso no tiene una base fundada decir que el hombre conduce mejor debido a que estima mejor la distancia y la velocidad; para ello se tiro miles de años persiguiendo presas de caza y lanzándoles sus lanzas, flechas, piedras o lo que fuere ; de todos sabido que la mujer tiene más habilidad emocional, empatía, reflexión que el hombre, ya sabemos a lo que se debe, y no por eso el hombre tacha a la mujer de nada cuando alguna nos tacha de insensibles.
    Inmaduros por rechazar el compromiso?, hoy por hoy todos sabemos porque el hombre rechaza el compromiso y no quiere vincularse a la mujer (hemos salido perdiendo demasiadas veces), por eso no queremos tener hijos (están consiguiendo su propósito); hoy lo que el hombre quiere es lo que tanto se le ha metido a la mujer en la cabeza, esa falsa igualdad, hoy el hombre quiere que seas igual que él, que tengas un trabajo como máximo como el de él ( y si digo como máximo porque aún no estamos acostumbrados a estar por debajo, ya que la igualdad que se nos ha vendido nos suele perjudicar, además de esos argumentos tan cargados de razón que das respecto de la desnaturalización del hombre), que tengas tu vivienda y que corras con parte de los gastos; eso o la separación de bienes; triste, lamentable, pero cierto. Me pregunto si alguna mujer estaría dispuesta a mantener a un hombre…
    Acosadores; y no dudo que los haya, al igual que machistas, inmaduros, algunos soeces, groseros; pero como dice el refrán, en todas partes cuecen habas, no nos olvidemos que somos seres humanos; para nada voy a justificar a ninguno hombre que sea cualquiera de estas cosas, espero que se me entienda; pero personalmente me molesta muchísimo que una mujer después de haberle mostrado con todos mis respetos que no voy a ceder a su s insinuaciones, siga hablándome al oído rozándome la oreja con sus labios; me parece acoso; pero ni se me pasa por la cabeza decirle aparta que me acosas, soy más elegante y simplemente me despido y me voy; por mucho menos he visto montarle un espectáculo a un amigo.
    Todo esto sin acritud, de veras; la mujer ante todo es un ser humano como lo es el hombre, ni más ni menos. Cierto es y reconozco que a todos nos falta mucho por aprender y espero que poco a poco recuperemos la cordura.
    Perdón por la parrafada y un saludo.

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  8. Hola Paco,
    En primer lugar, ¡bienvenido al blog! Espero que me visites cuando te apetezca y que comentes tanto como quieras. Esto es un lugar donde poder expresarnos libremente y tu "parrafada" ha sido un motivo de alegría cuando lo he recibido en el email, así que ¡nada de disculpas! :-)
    En segundo lugar, estoy de acuerdo contigo en casi todo de lo que comentas. El hombre, como energía masculina, está configurado o dotado de una serie de características y la mujer de otras diferentes. Así, vosotros tenéis más facilidad para, por ejemplo, la conducción como has dicho tu mismo por la capacidad espacial y de coordinación; y las mujeres más facilidad para comprender las emociones de los demás, por ejemplo. ¿Quiere decir esto que no somos iguales? Efectivamente, no somos iguales pero no por ello mejores o peores que el sexo contrario. Esto no es una guerra, simplemente es una circunstancia de la vida que debemos asumir como algo natural, porque lo es. De la misma forma que un perro y un gato no son iguales, o una rosa y un clavel tampoco, el hombre y la mujer no somos iguales, por nuestras características psicológicas e incluso físicas. Somos distintos y nuestra distinción debería ser un motivo de unión y no de conflicto como se nos está haciendo ver con la dañina "guerra de sexos". Al igual que una persona comunista no es igual que una capitalista, al igual que un hermano no es igual que el otro, al igual que un negro no es igual que un blanco, al igual que el hijo adoptado no es igual que el biológico, al igual que un hombre no es igual a otro, y una mujer no es igual a otra. Somos diferentes, nada más. Y ser diferentes no implica ser superiores o inferiores, implica respetar, convivir y valorar esa diferencia como algo enriquecedor, de unión, como parte del ciclo de la vida. Afortunadamente, somos diferentes.
    ¿Lo ideal? Aprender de la diferencia del otro, que del otro seamos capaces de imitar o adquirir todo lo que a nosotros nos falta e ir sumando para ser cada día un poquito más completos y felices. Por ejemplo, el hombre necesita aprender la inteligencia emocional de la mujer porque escasea, y la mujer aprender del hombre la nobleza y la sencillez con la que veis la vida porque, tendemos a ser complejas y a complicar la vida sin necesidad.
    Y yo por eso amo al hombre, porque me aporta y bebo de esa energía masculina que como ser femenino me falta y necesito. Yo necesito al hombre, al igual que necesito al perro, al gato, al blanco, al negro y a la mujer.
    Un saludo amigo.

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  9. Mwe parece muy agradable encontrar un artículo que defina una gran cantidad de ideas que yo tengo, es importante darnos cuenta de nuestro papel como mujeres...

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  10. totalmente de acuerdo con lo expuesto en el artículo.

    Xabi

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  11. Hace mucho que escribiste este artículo, probablemente no leas este comentario, pero tal vez sí.

    Me ha gustado tu punto de vista, especialmente en cuanto a la etimología del término. También entiendo que un movimiento surja con fuerza tras siglos de represión, al igual que uno se libera cuando tratan de ahogarle, y probablemente tome más aire del que necesita. Me gusta también la idea de naturalizar al hombre, es decir, la de regular la balanza desde los dos extremos, no sólo añadiendo peso en uno de ellos. Quizá no esté de acuerdo en la deshumanización que haces, bajo mi punto de vista, de lo que llamas "los mercados". El sistema, y este tipo de conceptos, me resultan interesantes, pero creo que a veces nos olvidamos de que esas instituciones impersonales las construimos nosotros, y somos parte de ellas. Están formadas por personas que han tenido un proceso vital, como tú y como yo, hasta lograr un puesto de cierta responsabilidad. Claro, que no es perfecto, y puede mejorarse. Pero somos parte de todo esto, desde el momento en que nos despertamos y encendemos la luz.
    Independientemente de eso, repito, me ha gustado tu artículo, he aprendido con él, así que gracias por ello, y enhorabuena.

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